miércoles, 28 de julio de 2010

La revolución que vivimos (Artículo de Fernando Moreno Bernal para ATTAC)

El tiempo le ha dado la razón a Marx y se la ha quitado a Lenín. El final del sistema capitalista tan sólo se da cuando este se ha extendido hasta el último rincón de la Tierra, y será un cambio de sistema universal. No será uno a uno en los diferentes Estados-nación. Lo que no obvia que sea en estos donde se desarrolle actualmente la conciencia de las contradicciones de clase, por el interés del propio capital internacional en que así sea, ya que transformados en “defensores de intereses nacionales” se divide, separa y enfrenta a una parte de la humanidad contra las otras, ocultando las contradicciones de clase e impidiendo la necesaria respuesta unitaria universal.

Vivimos el cambio más profundo de toda la historia de la humanidad. El momento histórico en que nace la conciencia de humanidad, el “alma” común de todas las culturas, civilizaciones y razas que nos permitirá unir a todas ellas en una única humanidad que nace y vive en un único mundo y que se dotará de un Gobierno mundial democrático para los asuntos que necesariamente requieren de respuestas globales: el cambio climático, la desigualdad y hambre mundial, las migraciones y el control de las transacciones financieras internacionales.

Y este cambio ya ha comenzado. Podemos decir que se inició a finales de la década de los sesenta del S. XX con la revolución del 68 que se manifestó de distinta forma en distintos lugares del mundo. Revolución cultural, de rechazo de un modelo de vida basado en el consumismo y en la deshumanización de los valores dominantes en la sociedad, en un cambio de ética social. Revolución que fue en parte causa de la crisis del sistema financiero internacional salido de la segunda guerra mundial que se manifestó en 1971, provocando, a su vez, la creación de la OPEP y la denominada crisis del petróleo de 1973. La contrarrevolución cultural dio lugar a la ideología neoliberal que se logró imponer de la mano de la violencia dictatorial en Latinoamérica y de la guerra sucia en los países de la OTAN con la operación “gladio”. En los países del denominado “socialismo real” la burocracia y el “capitalismo de Estado” los dirigieron hacia el punto en el que hoy nos encontramos.

Desde entonces la humanidad ha ido conociendo los mecanismos de funcionamiento del sistema integrado de Vida del que formamos parte y somos su conciencia, la biosfera del planeta, recibiendo avisos para que actuemos con sentido común y justicia social, porque la amenazamos con nuestro comportamiento parasitario.

Primero fue la deforestación y la desertización de más de un tercio del suelo con la pérdida de la biodiversidad asociada. En segundo lugar fue la contaminación de los océanos con su creciente acidez, pérdida de algas y plantón, poniendo a numerosas especies marinas en peligro de extinción. En tercer lugar la contaminación y pérdida de las fuentes de aguas potables que ya amenazan de muerte a gran parte de la humanidad y son motivos de guerras locales cada vez más extendidas. En cuarto lugar ha sido la contaminación del aire que ha provocado el agujero en la capa de ozono y la pérdida de protección sobre los vientos y radiaciones solares. El sistema integrado de Vida que conocemos como Gaia, la Madre Tierra, está en peligro inminente, y con ella la humanidad entera.

Hemos perdido ocasiones para ese cambio de comportamiento que necesitamos y que cada vez es más urgente: La Cumbre de Río de Janeiro en 1992, Kyoto en 1997, Bali 2007 y Copenhague 2009. Las cuatro reuniones del G 20 han sido otras tantas ocasiones perdidas.

La apertura del pozo de BP a 1.500 metros de profundidad en el Golfo de Méjico y el caos generado por “ahorrar en costes empresariales” de alcance aún indeterminado, en una zona que ha provocado en dos ocasiones anteriores extinciones masivas de la Vida en el Planeta al liberar la acumulación de metano bajo la corteza del fondo marino, es el primero de los últimos avisos. El ataque a Irán, que ya está preparado para el mes de Agosto será el siguiente, y será el detonante que unirá y hará saltar a la población árabe. El detonante de una posible tercera guerra mundial.

La crisis del sistema financiero internacional en octubre de 2008 puso en marcha un proceso imparable que arrastra a toda la humanidad a la conciencia de la necesidad de este cambio profundo de forma de vida.

De la negación de la crisis del sistema a finales de 2008 se pasó a buscar responsables individuales sobre los que descargar la ira de los damnificados. Con las reuniones del G-20 se intentó negociar una salida dentro del propio sistema, con la misma forma de hacer las cosas, con más consumo y más endeudamiento, entre “todos” (incorporando a los cada vez más fuertes países emergentes del BRIC) Con la última reunión en Canadá, vimos que eso no es posible. Las tensiones entre los diferentes Estados y actores políticos que defienden intereses contrapuestos se agudizan.

Existe una salida pacífica en la correcta dirección del “bien vivir” aceptando que tenemos que hacer las cosas de otra forma, con otros objetivos, con otros valores y motivaciones. La crisis financiera del capitalismo se supera trascendiendo el propio sistema capitalista, haciendo avanzar el nivel de conciencia de la propia humanidad. Pasando del individualista, competitivo y violento sistema actual a otro solidario, cooperativo y pacífico mediante la imposición de un impuesto a los especuladores, tanto en las transacciones financieras en divisas como internamente en los estados-nación poniendo un impuesto específico a las inversiones especulativas en banca y bolsa, haciendo tributar a los Fondos de Capital Riesgo y aflorando el dinero negro de los paraísos fiscales y acabando con ellos. Pero esto no será posible pacíficamente por la oposición frontal de los muy escasos en número pero muy poderosos beneficiarios del propio sistema.

El año 2009 marcado por la crisis del capitalismo financiero y sus consecuencias, cuando la conciencia de la necesidad imperiosa de cambiar fue acompañada por las dudas sobre la capacidad para afrontarlo e indecisiones sobre la dirección y profundidad de este cambio, hubo que organizar la esperanza en torno a unas nuevas bases éticas sobre las que edificar la alternativa económica, social y política al actual sistema. El comienzo de la revolución es un cambio cultural y ético apoyado sobre un grito de rebeldía y denuncia contra lo que hay. A los objetivos, motivaciones y valores hegemónicos del sistema por y para el capital se le contraponen los objetivos, motivaciones y valores del nuevo sistema por y para la humanidad. Al “mal vivir” actual se le contrapone el “bien vivir” que ya podemos visualizar del mañana.

El año 2010 está siendo el año en que se agudizan las contradicciones, el año de la soledad y la angustia para aquellos que todavía aspiran a volver al pasado; a retomar y revitalizar un sistema moribundo que se resiste a desaparecer sin conseguirlo, provocando un mayor sufrimiento a sus poblaciones por las erróneas medidas adoptadas por sus dirigentes, justificadas en una pronta superación de las dificultades y en un hipotético retorno a un consumo despilfarrador soportado en un crecimiento ilimitado, depredador con la naturaleza y suicida con la humanidad. Paralelamente la conciencia y la necesidad de respuestas alternativas se plasman en los pueblos del sur, la Cumbre de Cochabamba en Bolivia donde surge la conciencia de la necesidad y la fuerza para el cambio, y el SUCRE como moneda de un sistema financiero alternativo. El ataque a Irán tensionará más aún las contradicciones entre los propios aliados y defensores del sistema, creando desorden, confusión y peligro para toda la humanidad. La recaída en la crisis hará saltar el sistema financiero internacional basado en el dólar USA, dando paso a la salida de la crisis en el sistema: la guerra.

La humanidad se adentra en un periodo de agotamiento de fuerzas y cansancio, de depresión colectiva que deberemos superar aceptando los inevitables cambios en la forma de organizarnos y de relacionarnos con nuestro planeta, en armonía con la Madre Tierra. La situación límite hará florecer la necesidad de la nueva conciencia, empujando a toda la humanidad a luchar por los cambios, renaciendo en una nueva humanidad, repensándose y reorganizándose a si misma.

ATTAC ha cumplido un papel clave al analizar y desvelar el funcionamiento parasitario de la financiarización del sistema en sus últimos años de capitalismo senil, como el concienzudo de espíritu que se había especializado en estudiar no la sanguijuela, sino el cerebro de la sanguijuela. Ahora sabemos donde dirigir las acciones, que hay que controlar y como poner en funcionamiento la alternativa que existe, no sólo posible sino imprescindible y urgente.

La revolución que vivimos es universal, se desencadenará paulatinamente por zonas territoriales: Latinoamérica, el Magreb, la zona euro, etc. No se va a resolver a través de candidaturas electorales dentro de cada Estado-nación, pero debemos clamar a los cuatro vientos, en todas las naciones y pueblos diciendo en todos los posibles foros existe alternativa y aquí está. Son los pueblos, las sociedades civiles, los protagonistas del cambio. Los únicos con la fuerza necesaria para realizarlos. Los únicos que con su autoorganización generan el contrapoder creador de la nueva realidad que tendrá la fuerza necesaria para parar la guerra uniendo a toda la humanidad en una gran hermandad.

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