martes, 18 de mayo de 2010

Escrito por Arturo Pérez-Reverte (Artículo publicado en "El Semanal" del 15 de noviembre de 1998, ... pero que parece haber sido escrito ayer)

Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del ordenador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.

Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.

Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y el chichi de la Bernarda...

Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

jueves, 6 de mayo de 2010

DENUNCIA DE EXPOLIO DEL PATRIMONIO VILLENENSE (Art. JSV publicado el 4-5-2010)

Desde Juventudes socialistas de Villena queremos transmitir nuestra consternación por la desaparición desde el pasado Viernes de parte del entramado ferroviario de la antigua línea VAY, el famoso Chicharra, que estás siendo destruidas por ADIF con la participación cómplice del equipo de gobierno de PP de Villena.



El entramado esta formado por cinco elementos arquitectónicos que datan del año 1880 y conforman el patrimonio industrial-ferroviario más valioso que posee la ciudad. El edificio de la antigua estación del Chicharra y los 4 almacenes son una muestra fehaciente de la historia Villenense ligada al ferrocarril y la importancia que tuvo este en la conformación de la actual Villena, por tanto estos elementos son un monumento a nuestra memoria colectiva y nuestra idiosincrasia como pueden ser la Iglesia de Santiago o el Castillo de la Atalaya.

Otras ciudades han sabido proteger este tipo de patrimonio industrial y han transformado lugares inicialmente muy degradados, en lugares con dinámicas culturales y económicas muy altas, gracias a que estos tiene un enorme potencial de reutilización cultural, comercial, empresarial, residencial, etc…revolucionando por completo la escena urbana de estos.

Villena tiene la oportunidad en los próximos años de transformar un lugar degradado como la estación y su entramado, gracias a la integración del FFCC y la construcción de diversos equipamientos que se plantean, y aprovechando la experiencia de otros lugares, en el centro social y cultural por excelencia de la ciudad. Así que es preciso que la ciudad conserve el patrimonio de este lugar, para que sea posible un estudio y reflexión sobre su futuro y sus posibles usos, ya sea a través de foros, de un nuevo PGOU o cualquier otra herramienta de planificación de la ciudad.



Así que pedimos a la alcaldesa Celia Lledó que solicite a ADIF la paralización de los derribos del entramado de la estación. Y que esto se haga cuanto antes, para intentar minimizar el enorme daño ya sufrido por el patrimonio Villenense. También le demandamos que el ayuntamiento en pleno proteja este conjunto declarándolo Bien de Interés Cultural, además de reforzar y proteger las piezas del conjunto más degradadas.
Esperamos que la alcaldesa actúe en su papel de garante del patrimonio Villenense tan decididamente como lo hizo con la Plaza de toros.